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Un minuto de silencio por las palabras

Un minuto de silencio por las palabras

-El llamado "contable de Auschwitz", exmiembro de las SS hitlerianas ,Oskar Gröning

El llamado "contable de Auschwitz", exmiembro de las SS hitlerianas ,Oskar GröningAgencia EFE

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Cuando el ambiente político y social se crispa hasta niveles bélicos, la primera víctima, como dice el refrán, es la verdad. Y de la mano de la verdad, palabras que antes tenían un significado, caen como chinches.

  • Jefe, tengo aquí la palabra MODERACIÓN, que no responde, ¿qué hago?
  • Pffff, eso ya no significa nada, al hoyo con ella.
Desde Lío Pardo, cual Whoopis Goldbergs en Ghost, queremos contactar con estas palabras víctimas de la confrontación y saludarlas allí en el otro mundo, donde descansan en paz. Vamos a saludar a las que probablemente sean dos de las palabras que peor trato han sufrido en los últimos tiempos hasta llegar a este momento fatídico.

Gerardo: Buenas tardes, DEMOCRACIA, lo primero, ¿qué tal está usted?

Democracia: A ver, bien, lo que es bien, yo nunca había estado. Se me respetaba menos que a un hermano pequeño, pero es que de un tiempo a esta parte, ya no es que no se me respetara, es que el otro día, agárrate que esto es para mear y no echar gota, me usa uno mientras estaba dándole de palos a otro que tenía una papeleta en la mano. “PUM, toma, ahí en el costado, entre costilla y costilla, esto en nombre de la democracia”, le dice. Y yo ahí, claro, me dio un patatús. Era cuestión de tiempo que me pasara.

G: Creo que conozco el caso del que me habla. Antes de morir era usted, con toda seguridad, una de las palabras más machacadas que se han conocido. Ha debido de ser dura su vida.

D: ¿Dura? Más que el pico de una mesa. Me han hostias de todos los colores. “Poder del pueblo, poder del pueblo…”, mis cojones treinta y tres. Y le digo esto, desde a los griegos de entonces, que ya me liaron unas cuantas, hasta a los americanos de ahora, que para qué vamos a hablar. Mis cojones treinta y tres, apunta eso: treinta y tres. Me cago en la hostia, dadme un rifle que me lío a tiros y me quedo sola.

G: Bien, vamos a cortar la comunicación con DEMOCRACIA, que parece que está un poco nerviosa. Es normal, después de lo que ha tenido que pasar durante siglos. Y vámonos a otro punto del más allá para hablar con otra palabra que, seguramente se siente muy identificada con lo que acaba de escuchar. Buenas tardes, FASCISMO.

Fascismo: Hola, qué hay, muy buenas tardes, encantado de saludarles.

G: ¿Qué tal se encuentra usted FASCISMO?

F: Bueno, cuando uno está en el limbo de las palabras no se encuentra ni bien ni mal, ¿sabe usted?

G: Tiene lógica. ¿Ha escuchado la conexión anterior? ¿Qué le parece? ¿Se siente identificado con DEMOCRACIA, FASCISMO? G: Hombre, por favor, DEMOCRACIA es gran amiga mía desde hace tiempo y bueno, por supuesto que me siento identificadísimo con ella. Yo antes servía, además de para definir al movimiento fascista y toda la pesca, para señalar a auténticos hijos de puta. Gente como Mussolini, Franco, Hitler, gente potente dentro del campo de la hijoputez, ¿no? Y más gente. No tenían por qué ser conocidos necesariamente, yo he tocado muchos palos. A mí me parecía bien, de verdad, lo juro, cuando se me usaba para, no sé, señalar a un tío que opinaba que los negros son inferiores o que las mujeres tienen que estar en la cocina o que los homosexuales no sé qué... Sin problema, soy una palabra flexible, muy tolerante, pero es que, chico, espero que no te importe que te tutee…

G: No, para nada, FASCISMO, por supuesto. Gracias. Te decía que, es que de un tiempo a esta parte, es que se me ha usado para cualquier gilipollez. No era ese el plan. Yo era una palabra tipo vino caro, para ocasiones especiales, hostias, no para mezclarme con Coca Cola. ¿El inventor de la Coca Cola? Un fascista. ¿El presentador de la tele que mira qué peinado lleva? Un fascista. ¿El que viene a mirar el contador del gas a casa? Un fascista que me ha despertado de la siesta para gasearme como los nazis. Con NAZISMO tendríais que hablar, a propósito, una bellísima palabra y muy amable. Volviendo a lo que te decía, no, hombre no. Perdone usted que le diga. Despertarle a uno de la siesta no es fascismo por mucho gas que vaya buscando ese señor. Lo siento pero no. Por ahí no paso. Y el presentador de la tele tiene un peinado rancio, cierto, pero rancio no es fascista, me cago en la leche que he mamado.

G: Es tremendo su testimonio. Muchísimo ánimo, FASCISMO, allí en el más allá. Desde aquí le mandamos un saludo muy afectuoso.

F: Nada, encantado. Y cuidado vosotros allí abajo, que fascismo haberlo haylo, pero ya no sabéis diferenciarlo de tanto que me habéis usado. ¿No va y me dice un amigo que le dijo otro que por lo visto se lo llamaron el otro día a Serrat? Tócate los huevos…

G: Estaremos atentos y buscaremos nuevas palabras para señalar correctamente estas actitudes intolerables y que atacan a las minorías, ya que usted, por desgracia, está ya inservible.

F: Suerte. Y cuando encontréis esa palabra, tratadla bien, cojones, tratadla bien, que no cuesta nada cuidar el vocabulario, que luego mirad lo que pasa. Oye, me manda saludos LIBERTAD, que la tengo aquí al lado y dice que tiene un montón de cosas que contaros.

G: Mándele un fuerte abrazo a LIBERTAD y dígale que conocemos su caso, durísimo, de los más duros, probablemente, pero que no tenemos más tiempo, FASCISMO.

F: Yo se lo digo de vuestra parte. A seguir bien. Bien, hasta aquí nuestro programa de hoy. A continuación le dejamos con unos CONSEJOS publicitarios que harán su vida mejor. Buenas tardes.

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