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Más argumentos para cortarles el rabo a los perros

Más argumentos para cortarles el rabo a los perros

-Perro en la carretera

Perro en la carreteraPixabay

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Con la Virgen del Rocío ocupándose de lo del paro y algún Cristo llevando de primera mano el tema de la pobreza, las tardes se le hacen eternas al Gobierno. Leer el Marca está bien, pero no da para cubrir tanto tiempo libre, así que al PP se le ha ocurrido un hobby: amputarle el rabo a los perros. Sí, como oyen. Y no es un hobby cualquiera, es un convencimiento, casi. Tanto, que después de haber parecido putos locos con el asunto en el Congreso y haberse quedado solos defendiendo la amputación canina, lo llevan al Senado. Los temas importantes hay que pelearlos. “Liberales en lo económico, intervencionistas caninos”, podría ser el lema en las siguientes elecciones. El asunto no era sencillo. ¿Qué argumento ponemos sobre la mesa para cortarle el rabo a los perrillos?, se preguntaron mirándose a la cara los miembros del gabinete de expertos del PP seleccionados para afrontar la problemática rabil. Surgieron varias propuestas para defender la ocurrencia. La mejor, la elegida para salir ante las cámaras y sin sonrojarse defender la posición a favor de cortar rabos perrunos, la del efecto látigo. Sí, no se rían: “si un perro se gira muy fuerte y golpea con el rabo a su dueño, eso duele”. No, la idea no es de los amigos de El Mundo Today, sino del partido que nos gobierna. El efecto látigo fue la idea seleccionada por el grupo de sabios, pero no fue la única que se puso sobre la mesa. En Lío Pardo hemos tenido acceso al borrador de la reunión en el que nos encontramos algunos de los argumentos que quedaron descartados, guardados en el cajón, y que podrían haberse expuesto en público con la misma contundencia que el “efecto látigo”. No deja de ser un recorte Cortarle el rabo a los perros es un recorte más, que podría agradar a la troika. Los perros han tenido rabo durante todos estos años por encima de sus posibilidades. Cortándole el rabo a los perros reduciríamos un 20% su longitud media. Teniendo en cuenta que en España hay 5 millones de perros, el recorte de rabos liberaría tanto espacio que podríamos instalar con lo que queda libre un Eurovegas o algún otro tipo de proyecto I+D similar, que generara millones de empleos. (Esperanza Aguirre tiene tiempo libre, sigue empeñada en lo del Casino y dice que no le importaría pasarse una tarde por la sede y defender esto). Cortarles el rabo a los perros es una tradición Si no le cortásemos el rabo a los perros, quién sabe si se extinguiría la especie. ¿Por qué? Porque quién querría tener un perro con el que hay que tener tanto cuidado. Coño, que son perros, no jarrones. Además, el perro no sufre. (Un diputado por Guadalajara tiene un primo biólogo dispuesto a sostener esto en público ante las cámaras de televisión a cambio de un piso en la playa. Dos pisos en la playa si se montase mucho cachondeo en tuiter y se hicieran montajes con su cara). Dios a veces se equivoca Que los perros nazcan con rabo no quiere decir que Dios quisiera hacerlos así. A veces Dios se equivoca. Como cuando inventó el apéndice, las cejas o Murcia. El rabo podría ser un despiste de Dios, que el ser humano puede reestablecer. (Rouco Varela estaría dispuesto a defender esto sin quitarse las gafas de sol a cambio de un ático nuevo encima de su otro ático). El amo, más que el perro Si nos desplazamos en Merdedes y Audis gigantescos para cubrir otras carencias, no tiene sentido que estemos viendo todo el día un rabo de 20 centímetros dando vueltas por casa. (Aznar podría defender el argumento en la presentación de la quinta entrega de sus memorias al tiempo que se levanta la camisa para dejar entrever abdominales de infarto, demostrando así la clara superioridad del hombre ante el resto de animales). LEER MÁS:  Querido nazi de la terracita de Bilbao
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