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Cómo conquistar Cataluña

Cómo conquistar Cataluña

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Cataluña ha dejado una notita en la nevera diciendo que se va, que necesita su espacio. La cosa se pone fea, la verdad, pero por un montón de pelis y experiencias personales sabemos que aún queda una opción, un golpe de efecto sorprendente que haga que vuelva a saltar la chispa. Antes de empezar a planear nada, tenemos que descartar una posibilidad que, lo queramos o no, está ahí: ¿será verdad que necesita su espacio o es que hay otro? ¿Francia? Tienen el rollito elegante y europeo que a ellos tanto les gusta. Harían buena pareja, eso tenemos que reconocerlo, pero no se ve tanto movimiento en la autovía que une Cataluña y Francia como para sospechar que haya algo entre ellos. Menos con lo que se paga de peaje. La aventura les estaría costando un ojo de la cara y estamos en crisis. No. No nos volvamos paranoicos, no pueden querer dejarnos por Francia. ¿Y Portugal? Bah, ni de coña. Es verdad que necesitan su espacio y punto. Pues nada, a conquistarlos: Ponerle fuego en los cuernos a los toros. No cuesta nada que El Juli o Jesulín de Ubrique usen a partir de ahora un traje de luces ignífugo y sería un gran acercamiento, una forma de decir te quiero. La cuadrilla que salta al ruedo en caso de que el torero sufra algún percance, sólo tendría que cambiar el capote por un extintor. Es un pequeño detalle que para ellos puede significar mucho. Hacer castellers en las inauguraciones de las rotondas. Durante estos años nos hemos acomodado, reconozcámoslo. ¿Cortar un lacito? ¿Se puede ser más vago? Una inauguración de rotonda en época electoral merece algo más épico, más currado que ver al concejal de urbanismo de Cuenca cortar un puto lazo y hacerse la foto. Si quieres foto súbete ahí arriba, Paco. Que los vecinos se remanguen y unan sus brazos para que el concejal suba hasta el cuarto piso de un castillo humano. No se inaugura una rotonda todos los días. Celebrémoslo en condiciones y de paso mandemos un mensaje a Cataluña: estamos en forma, saldremos a hacer running con vosotros. Poner en la radio canciones de Manel. Si queremos que haya reconciliación tendremos que demostrarles que nos gustan las cosas que a ellos les gustan. Y hay que hacerlo bien. Si Cadena Dial empieza a poner en bucle canciones de Lluis Llach, L’Estaca por ejemplo, la intención sería buena, pero estaríamos quedando como unos auténticos carcas. Esa canción tiene más años que Pujol. No. Vayamos a algo nuevo, a algo de ahora. A algo que tengan en el MP3 metido. Manel sonando día y noche en es la mejor opción. Y no se os ocurra venir con la excusa de “es que no se entiende porque está en catalán”. Tampoco entendemos a Shakira o a Jota el de Los Planetas y bien que los tarareamos. Que Soraya baile sardanas. Pablo Motos debe jugar un papel fundamental en la reconquista del amor de Cataluña. Cualquier político que quiera sacar escaño en España tiene que ir a El Hormiguero y hacer lo que Pablo diga. Súbete a esa grúa y tírate. Mete la cabeza en nitrógeno líquido, pero no te pongas las gafas. Ponte en pompas y toma este mechero. Los tiene a su merced. Necesitamos por tanto la participación de Pablo Motos para solucionar este conflicto. Después de explotarles el nitrógeno en la cara, de tirarlos a una piscina desde 30 metros u obligarlos a chuparle la antena a Trancas, hazlos que bailen una sardana, Pablo. Es cuestión de estado. ¿Cuántos problemas nos hubiéramos evitado en esta última semana si la vicepresidenta se hubiera marcado una sardana en condiciones y no la mierda de baile esa que hizo? Frankfurt en vez de montaditos. Si tanto queremos que se queden hay que hacer esfuerzos reales. Tienen que ver que estamos dispuestos a sufrir por ellos. Los montaditos de melva con pimiento morrón de los bares de Sevilla deberán reconvertirse en salchicha con mostaza hasta que la crisis territorial acabe. Quien algo quiere algo le cuesta. A la entera de jamón con aceite y tomate la podemos llamar pan tumaca, o José Miguel, si queremos. Es lo mismo. Limpiar La Moreneta. Esa tarea doméstica que siempre tienes pendiente y que te encantaría encontrarte hecha un día que llegas del trabajo. Nunca encuentras un rato para dejar ese asunto solucionado. Démosles la sorpresa ahora que no esperan nada de nosotros. Imaginad qué golpe de efecto poder decir: oye, que sé que no estamos bien, pero os hemos limpiado la virgen, sé que nunca teníais tiempo y hemos echado la mañana dándole con un algodón y un poco de KH7. Está como nueva. Es tener detalles de este tipo lo que hace que las relaciones no se deterioren. Si todo lo anterior no sirviera. Si todo lo anterior no sirviera, cosa rara sería eso, debemos pensar nuevas ideas, nuevas formas de conquistar el corazón catalán y nunca, nunca empezar con amenazas que sólo complican más la situación: “si os vais, llevaos también a Marhuenda y a Jorge Javier Vázquez, que son catalanes”. No caigamos en dinámicas que nos dañan a todos, por favor. No se los llevarían y ambos, Marhuenda y Jorge Javier, quedarían vagando por la frontera del desierto de Los Monegros, dándole a Almodóvar ideas para una versión de Brokeback Mountain ibérica. No juguemos con fuego si no somos Pablo Motos.

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