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La historia de Tobías, o cómo hacer frente a un demonio celoso

La historia de Tobías, o cómo hacer frente a un demonio celoso

-La curación de Tobias

La curación de TobiasWikipedia

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Érase una vez un hombre muy piadoso llamado Tobit. Era el modelo de israelita fiel a mis mandamientos, y una bellísima persona que ayudaba siempre a los demás. Como premio, un día que estaba acostado junto a una tapia, le cayeron unos excrementos de unos pájaros en los ojos y se quedó ciego. Tenía Tobit un hijo llamado Tobías, al que, como buen padre, le indicó que no se casase con una extranjera, sino con alguien de su familia. Por la divina ley del levirato, era el pariente más próximo de una mujer rica y hermosa llamada Sara. En principio esto parecía un planazo, pero había un pequeño inconveniente: Sara se había casado anteriormente siete veces y los siete maridos habían muerto, debido a que un demonio llamado Asmodeo estaba enamorado de ella y se los cargaba antes de que pudiesen tener relaciones con ella. Por suerte para Tobías, le salió al encuentro el ángel Rafael, del que se hizo amigo sin saber de quién se trataba, pues había bajado de incógnito. A partir de ese día Rafael le acompañaba y le aconsejaba, era un maravilloso Angel de la Guarda. El ángel le animó a casarse con Sara, pues, como le dijo, si su padre “la casara con otro, se haría reo de muerte según la ley de Moisés”. Tobías no se fiaba, debido a los antecedentes tan luctuosos de la muchacha. Pero mi ángel lo tenía todo bajo control: unos días antes habían pescado un enorme pez en el río, y Rafael le indicó que cuando llegasen a la casa de la chica y entrase en la cámara nupcial, tomase una parte del hígado del pez y su corazón y lo pusiese en las brasas del incienso. No parecía la mejor forma de aromatizar una boda, la verdad. Llegó el día del casorio, y cuando entraron los novios en la cámara nupcial, hizo Tobías lo que el ángel le ordenó. A Sara no le dio tiempo a protestar por el pestazo: "El olor del pez se esparció y el demonio salió corriendo por los aires hacia las regiones de Egipto. Rafael salió al instante tras él, lo ató de pies y manos y lo encadenó allí." Para ser un demonio, un habitante del infierno, Asmodeo era muy sensible a los olores. Los novios salieron de la cámara, porque allí no había quien aguantara, y sin cura ni nada, rezando simplemente una bonita oración, se casaron ellos mismos. Mientras, el padre de la novia, "se levantó, llamó a los criados y comenzaron a cavar una fosa, pensando: “No sea que haya muerto, y seamos objeto de burla e irrisión." Es que eso de que se te muera el yerno y no tengas ni una triste fosa preparada siempre ha sido motivo de gran escarnio. Después mandó a una criada a ver si Tobías seguía vivo, y cuando comprobó que sí, me bendijo y comenzaron los festejos de la boda. Pero para que la historia tuviese un completo final feliz, faltaba sanar al padre de Tobías. Mi ángel Rafael, que además era curandero, le dijo a Tobías que untase los ojos de su padre con la hiel del pez. “La medicina contraerá y disolverá las manchas blancas de sus ojos y así tu padre recobrará la vista.”, le explicó en plan catedrático de medicina. Y así, fue, y finalmente Rafael les mostró su verdadera identidad, y una vez todo en orden, desapareció.

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