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Mis herejías favoritas

Mis herejías favoritas

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Esta semana ha nacido otro partido de izquierdas en España. España es ese país donde hay cincuenta partidos de izquierda y gobierna la derecha. Yo por si acaso, en el cielo estoy a la derecha del Padre también, para pillar algo. Dicen que si van dos tipos de izquierda al baño salen tres corrientes, tendré que confirmarlo con Moisés, que es el experto en separar las aguas. Todo esto me ha recordado a mi negocio, el cristianismo. ¡ La de corrientes y herejías que han surgido y no paran de surgir! Me acuerdo de los adopcionistas, unos tipos del siglo II que decían que yo, Jesús, era un mero ser humano, y que fui elevado a la categoría de Dios al ser ¡adoptado! por mi Padre. También por aquellas fechas estaban los adamismas, que pretendían mediante la práctica del nudismo retornar a la inocencia perdida de Adán y Eva en el paraíso. Hoy se lo habrían pasado en grande en las playas de Cádiz. Del siglo I eran los docetistas, unos graciositos que después de todo lo que yo sufrí en la cruz se atrevían a decir que yo no había tenido realidad corpórea, sino que era una especie de fantasma. Otros colgados eran los montanistas, seguidores de un tal Montano que fue muy popular en su tiempo. Decía que el fin del mundo iba a llegar ya ( parece que se equivocó), con la bajada desde el cielo de una ciudad entera, la Jerusalén celestial. ¡Menudo gasto en efectos especiales! Alguna herejía estuvo a punto de convertirse en la doctrina oficial de la Iglesia, como el arrianismo. Arriano predicaba que el Hijo era creado e inferior al Padre. Tras bastante discusión, el famoso Concilio de Nicea condenó el arrianismo, pero al poco el Sínodo de Tiro lo exoneró. Unos años después, y tras la muerte de Arriano, otro concilio lo condenó de nuevo y fue declarado hereje. ¡Menudo lío! De muchas herejías solo tenemos conocimiento a través de las referencias que constan en los escritos que las combatían, porque quemábamos los libros y a veces también a sus practicantes. Me acuerdo de los pobres cátaros, en el siglo XII, unas almas puras que creían en la reencarnación y no comían huevos, carne o leche. Creían  que el Cielo lo había hecho Dios y la Tierra Satán ( no me extraña, la verdad). Eran contrarios a procrear porque consideraban que era una aberración aprisionar a un alma pura en un cuerpo corrupto y mortal. Negaban casi todos los sacramentos y un montón de cosas más, y claro, al Papa un día se le acabó la paciencia e inició una Cruzada enterita contra ellos. Tras unas cuentas batallitas los masacró y aquí paz y después gloria. Éstas son solo unas cuantas de mis herejías favoritas, así que no lloréis tanto por la fragmentación de la izquierda y pensad que siempre puede ser peor.

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