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@CARLOSLANGA

Entrevista al Gato de Schrödeng… de Shrsödi… de Schirdin... vamos, al Gato Zombi

Entrevista al Gato de Schrödeng… de Shrsödi… de Schirdin... vamos, al Gato Zombi

-Gato

GatoPixabay

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Muchas gracias por esta exclusiva entrevista, Gato de Schrödeng… de Shrsödi… de Schirdin...

Me llamo Gutiérrez.

Ah...

Es que me parece una puta vergüenza que llevéis décadas llamándome por el nombre de mi dueño, que ni era mi dueño ni era nada; como mucho era un cabrón, pero ya hablaremos de eso. El caso es que nadie me ha preguntado nunca por mi nombre. Siempre refiriéndose a mí como “el gato de Schrödinger” y negándome mi individualidad. ¿Acaso se dirigen a Milú como “el perro de Tintín” o a Idéfix como el “perro de Obélix”? Joder, pues el mismo respeto pido para mí, que yo también soy persona y no soy persona.

Pues es una sorpresa conocer su verdadero nombre. ¿Le puedo llamar Gutiérrez, el animal anteriormente conocido como el gato de Schrödinger?

Haga lo que le dé la gana.

Bien, ¿usted es el primer animal que se puede decir que está vivo y muerto a la vez?

Sí, se puede decir que conmigo se inauguró esta forma de pasar por el mundo, aunque Fraga también estuvo así durante un buen tiempo de su vida, no me quiero atribuir exclusividad.

¿Y cómo se siente?

Me siento bien, aunque tengo mis achaques como todo el mundo. Esto de estar vivo y muerto a la vez se parece mucho a padecer un trastorno afectivo bipolar, pero todo al mismo tiempo. Me quiero comer el mundo por las patas y también me hundo y no quiero salir de casa ni ver a nadie. Como comprenderá me estoy dejando una pasta en terapia.

Para la gente que no conozca qué es la Paradoja de Schrödinger, ¿cómo la explicaría?

Mire, esto es como preguntarle a los habitantes de Chernóbil cómo se produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear. Esa pobre gente poco sabrá de física nuclear, pero el caso es que les jodió la vida. Pues algo parecido conmigo y la paradoja del psicópata cuántico de Schrödinger. No soy científico. Sólo soy un pobre gato a quien metieron en una diminuta caja opaca con veneno dentro. Si usted vive en un piso de alquiler en el centro de cualquier ciudad de España, me debe entender.

¿Cómo se conocieron el doctor Schrödinger y usted?

Yo vivía en un callejón de Manhattan con otros gatos callejeros. Mis mejores amigos eran Cucho y Benito. Nos buscábamos la vida como podíamos por las duras aceras de Nueva York y siempre huíamos de las garras del oficial Matute, quien nos amenazaba con echarnos de la ciudad si nos pillaba en algunas de nuestras fechorías.

¿Eso no es Don Gato y su pandilla? Esto… sí. Pero es que siempre envidié que un gato usase sombrero y su chaleco. Maldita sea, qué bien sienta el chaleco a los gatos. ¿Por qué no hay más gatos con chaleco?

No sé… Pero entiendo que no siente mucha simpatía por el Doctor Schrödinger

En aquella época yo era un joven minino con ganas de buscarme la vida, estaba planeando hacer un viaje por América y necesitaba algo de dinero. Una tarde, buscando entre bolsas de basura algo de merienda, leí un anuncio por palabras del Doctor Schrödinger en el periódico. Buscaba un gato en perfectas condiciones físicas y mentales para trabajo en laboratorio. ¡Cabronazo! ¿”Trabajo en laboratorio”? Me metió en una maldita caja con veneno dentro y me dejó ahí teorizando sobre si estaba vivo y muerto a la vez. Pues yo me cago en su puto padre y no me cago en su puto padre. Todo a la vez.

Qué espera del futuro.

Pues ya no tengo mucha esperanza en esta existencia, soy una especie de gato zombi. Sólo deseo morir en paz y vivir en paz a la vez. ¿Se considera el gato más desafortunado de la historia? Sí y no. Lo siento, ya es deformación profesional.

No pasa nada… pero explíquese.

Cuando pienso en mi situación, creo que soy el gato más desgraciado de la historia, pero entonces me viene a la mente el gato de Roberto Carlos que está “triste y azul”… ¿azul? Pero qué cojones… Si al menos tuviese un sombrero y un chaleco.

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